Michel Soubeyrand explora nuestro subconsciente con una ironía deliciosa, un humor y una estética corrosivos partiendo de un tema central –lo animal, nuestra parte animal. Juega con nuestros egos, convirtiéndonos en personajes extravagantes sacados de cuentos, leyendas o mitologías salvajes reelaborados por un dibujante de cómics tridimensional. Michel Soubeyrand maneja el humor y el exceso con un sentido sin rival. Si su espíritu es esencialmente pop, Soubeyrand es una voz lejana de los imitadores pop, neo-pop y pseudokitch Jeff Koons, Wim Delvoye, Jan Fabre o Ron Mueck. De todas maneras, comparte con Mueck una sensación de dibujo y volumen, de molestia y una excepcional maestría técnica. Ambos empezaron en el cine y la publicidad, y con marionetas – Mueck con los Teleñecos, Soubeyrand con el show Bébête. Como escultor experto, es capaz de darle forma a las ideas. Enclavado en su universo mediterráneo, crea un alegre mestizaje de culturas latinas y anglosajonas. El hombre se convierte en ‘Killer Dog’, un cruce entre perro y pitufo armado con una pistola de agua. Su siguiente metamorfosis es ‘Dog Vader’ armado con un hueso-láser, o un ‘Dog Buzz’ verde. En cuanto al príncipe encantador, aparece esperando desesperadamente a su princesa en forma de sapo. La mujer asume la forma de una Pitufina con generosos implantes de silicona. Se convierte en la loba que arrolla al toro o al caballo, y de su extraña unión nacen sentimientos y estados anímicos. Se transforma en una zorra, que se deja atar y aparece como sumisa. Las mujeres de Michel Soubeyrand son siempre victoriosas, alegres, carnales y sensuales. Sus personajes rebosan placer sin vulgaridad ni tabúes. Michel Soubeyrand es un artista verdaderamente popular, con una obra fuerte y personal, que nos convence a todos, hombres y mujeres, pudorosos o no, de la necesidad de liberación de las fantasías. Joseph Olesczinski