Jak Espi nació en Salon-de-Provence el 10 de diciembre de 1966.
Vive y trabaja en Pelissane, Provence.
El padre de Jak era carpintero; artesano, que junto a su mujer, hacía muebles y diseñaba cocinas. Su infancia nos cuenta mucho de su desarrollo posterior como artista. Siendo un niño, Jak Espi pasaba el tiempo jugando en el taller de carpintería de la familia, entre multitud de materiales y herramientas diferentes.
Como artista, acabaría combinando esta cultura de la superficie, el arte moderno y el almacenaje, y concluye con una pasión por la ilustración. Con 12 años, descubrió París a través de sus museos y exposiciones, desde el Louvre a Beauborg. Jacques empezó a dibujar, estudiando tanto el trazo como el color.
Sus estudios en el departamento de Artes Aplicadas del instituto Marie Curie en Marsella hicieron que el Arte se convirtiera en el centro de su vida. “Ahogado y afilado por el arte” como le gusta definirlo a él, Espi primero intenta con la pintura. Se instala en un estudio y pinta una serie de cuadros, con influencias que se encuentran en algún punto entre los trabajos de Picasso, Bacon, Kandinsky o Miró, pero también Superdupont –maestro del noveno arte.
A Jak le encanta reírse. Disfruta descomponiendo el idioma francés en juegos de palabras; le gusta la diversion y el entretenimiento, “jugar, porque te hace bien”. Su enfoque conlleva una gran dosis de “no límites”, pero sin caer en lo trivial: “los límites están hechos para romperlos, uno debe saber como divertirse con ellos, como jugar con ellos… por placer, curiosidad o provocación”.
La reflexión y el cuestionamiento de las cosas siempre están en juego en la obra de Espi. El campo de posibilidades –tanto en la creación como en los principios de la vida- es ilimitado y debe seguir siéndolo: “es importante que algunas preguntas queden sin respuesta”. De este modo, la escultura aparece naturalmente en su creación: “mis dibujos siempre tenían mucho relieve. Cuando nació mi hija, el deseo de dar forma, de trabajar con volumen llegó a mi vida”. Jak se ha entregado a la resina. Este material moderno, del que él conoce su potencial ilimitado, es el medio ideal para esa necesidad de “no límites”.
Su neopaternidad y el cuidado de su hija llevó a Jacques al terreno ondulante del cuerpo femenino –el pecho en particular. La masa sensual de pecho aparece en diferentes variantes a lo largo de su obra. Jacques viene del mundo de la ilustración, la pintura y el dibujo y su predilección por lo gráfico redondea todos los bordes. Solitarios, rechazados o trasplantados –en el cuerpo de una pantera con un efecto muy sexual-, los pechos de Espi parecen hablar.
Con colores fuertes y densos teñidos de burla como en Do it yourself, Jak Espi está empujando, agrietando, abriendo las puertas del arte contemporáneo, y dando como resultado una generosa cantidad de obra cuya influencia se convertirá en europea.
Jacques se definie a sí mismo como “autóctono”.
Este “chico autóctono” tiene la promesa de que muchos ya creen en él.
Théophile Pillault.